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La recta final del año está cerca y, posiblemente, ya estás pensando en lo querés hacer para el próximo año y que no hiciste en este. Esas famosas metas que motivan, pero que, en algunas ocasiones, se quedan en el aire. Acá te dejamos una serie de recomendaciones.

Algunos especialistas consideran que la base para empezar está en nosotros mismos; es decir, en el autoconocimiento, tener claro ¿quién soy?, porque en la medida en que nos conozcamos, será más fácil poder plantear qué nos gusta y qué nos da vida, y así decidir qué actividades elegimos y qué metas queremos, para que resuenen y estén en concordancia con lo que realmente sentimos.

Mediante ese proceso de introspección, será sencillo plantearnos metas más realistas, alcanzables y prácticas, para sentir que lo podemos lograr. Estas metas pueden ser integrales y variadas, tanto a nivel personal, familiar o de pareja como a nivel laboral y profesional.

¿Cómo saber si mi meta es realizable?

Antes de plantearnos nuestras metas del año, es primordial preguntarnos: ¿qué nos gusta?, ¿qué nos apasiona?, ¿qué nos da vida y qué queremos alcanzar o llegar a ser? También es recomendable analizar eso que no nos gusta; por ejemplo, si nuestra meta es hacer deporte, analicemos si andar en bicicleta es lo correcto, no porque esté de moda o sea de lo que todos hablan, sino si realmente es algo que nos interesa y con lo cual conectamos.

Hacer una lista de las metas nos ayudará a aclarar nuestro panorama, es esa ruta por seguir, como cuando un avión va a aterrizar de noche y en la pista están las luces que señalan el camino para no desviarse, de igual forma funciona para la vida. Así podemos ser más conscientes de las limitaciones y discernir si es o no es el camino correcto.

¿Por dónde empezar?

  1. Una lista de las metas: basada en lo que nos gusta, nos apasiona y queremos.
  2. Un plan de acción por cada meta: una vez claras y planteadas las metas, es necesario el plan de acción para alcanzarlas. Por ejemplo, si queremos sacar una licenciatura, debemos buscar las universidades, ver costos y todas las facilidades que existan alrededor, cuánto tiempo nos tomaría y estudiar todas las posibilidades; si la meta es hacer deporte, debemos realizarnos un chequeo médico para saber cómo estamos y ver las opciones que nos gustan, ya sea natación, ciclismo, caminar, etc.
  3. Fijar plazos para las metas: para aterrizar más y que se conviertan en una realidad.
  4. Un check list de seguimiento: es importante revisar cómo se van desarrollando y el cumplimiento de estas metas.
  5. Una evaluación: evaluar cómo estuvo el proceso. Eso es experiencia de vida, suma en el aprendizaje como seres humanos, ayuda a nuestra evolución integral, en la parte mental, emocional, física y espiritual.

Se recomienda realizar ese proceso de introspección para dar trascendencia a lo vivido. Analizamos nuestra capacidad en perspectiva, siendo conscientes de lo que hemos logrado y crecido, esto reafirma el ¿quién soy? y volvemos al autoconocimiento.

¿Y si alguna de nuestras metas no se logró? Es importante soltar, ser conscientes de que pueden presentarse otras variables, debemos permitir que todo fluya en confianza, pero sin aferrarnos a una estructura rígida, dejar ir las expectativas, no obsesionarnos con una meta, pues todo debe tener un balance y un equilibrio.

Te invitamos a conocer la historia de estos valientes que, a pesar de sus miedos a fallar, soñaron y se atrevieron a buscar lo que realmente les apasiona. Decidieron poner manos a la obra para alcanzar esos sueños, que hoy se convirtieron en metas alcanzadas, demostrándonos que puede ir más allá de lo que muchas veces imaginamos.